Asi fue.
El vocho me paso encima, dejando el tatuaje indeleble de la llanta sobre mi cuerpo.
Sus luces me hipnotizaron, me detuve, cuando reaccione ya era demasiado tarde.
El peso aplasto mi pequeño cuerpo, pelos y uñas quedaron clavadas en las llantas, la fuerza ejercida, partió en dos mi abdomen, las tripas, olorosas y brillantes, salieron como
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